Imagina una rama de bambú que en su verdoso esplendor recibe la única gota de lluvia que cae desde el cielo; comienza a rodar suavemente por cada centímetro de rama y la última fase, la más hermosa, traslada tu mente hacia la hoja en que termina ese bambú, de pronto, aparece una gota de cristal líquido por el borde de la hoja y comienza a recorrerla siguiendo un camino cuidadosamente trazado por el creador. En unos instantes esa gota será absorbida por la tierra que la espera unos metros más abajo. ¿Cuántos árboles habrá tenido para escoger caer? o más, ¿cuántas hojas tenía el bambú para no haber escogido otra más que la que escogió? Ciertamente la posibilidad de que aquella gota hubiese estado en alguna parte contraria del mundo es enorme, pero no, cayó ahí, en ese lugar y en ese preciso momento.
¿Dónde estábamos? Ah..., si..., va rodando por la punta de esa hoja y lentamente está preparándose para dar el gran salto, el salto de su vida, el más importante.
Me pasa todo el tiempo eso de mirar el futuro, y si, siempre he compartido lo bello que es soñar y trasladarse imaginariamente hacia el momento en que las cosas serán como las he pensado, pero, aveces, historias como estas me hacen sentir y palpar la fragilidad que tienen mis metas, y reflexiono en lo que sin duda es infinitamente flexible, llegar a lo que quiero.
Los procesos para llegar ahí son inherentes a las metas, obviamente, pero el hacer las diferencias entre el disfrutar mis anhelos como lo que hago para llegar ahí es lo que podría llamar como "mi conflicto". Existe una palabra que me hace describir la causa de mi conflicto, esta es "vertiginosidad". Ultimamente va muy ligada a mi. Hoy en día siento que mi empeño se ha volcado en el llegar más que en el hacer para llegar, lo que me hace sentir constantemete vacío, y compartiendo experiencias creo que es un mal que asecha nuestros tiempos, sobre todo a los inmaduros como yo que creen que el mundo es de fantasía, como Raúl en La Educación de las Hadas, y no, quizá en un momento lo eran, pero es hora de que mi mirada se enfoque en lo que vivo día a día.
Quisiera haceros entender que no me refiero a dejar de soñar, ni dejar de sentir como sientes, ni tampoco de dejar de ser apasionado como lo eres, es sólo que aveces siento que debemos aprender a recorrer esa rama de bambú, a pasar desde ahí a la hoja, a recorrer los caminos trazados en ella, incluso procesos anteriores como aprender la caída desde la nube, cruzando el viento, hasta caer en el arbol, el alguno de los, pronto, decenas de árboles.
Quiero seguir viviendo, eso lo sé sin que me lo digan.
mr. Brook
